¿Por qué es importante leer la Biblia en familia?

La Biblia es el mejor libro para instruir a toda la familia. Enseña al hombre cuáles son sus deberes y privilegios, a cómo debe amar y proteger a su esposa. A la mujer le dice cómo proceder en su casa, lo que debe a su marido, y qué puede esperar de él. A cada uno enseña la conducta que debe tener hacia los demás, también señala cómo educar y corregir a los hijos, y a éstos les ordena obediencia y respeto con sus padres.

La familia está en el centro del plan de Dios para la felicidad y el progreso de Sus hijos. La Santa Biblia enseña que Dios estableció a las familias desde el principio y nos muestra muchos ejemplos de familias fuertes. También nos enseña la manera de tener una familia amorosa y feliz.

La primera familia: Adán y Eva
Los primeros habitantes de la tierra formaron una familia. Desde el principio, Dios bendijo y promovió las familias, y mandó a Adán y a Eva: "Fructificad y multiplicaos; y henchid la tierra" (Génesis 1:28). El ejemplo de Adán y Eva nos muestra que las familias son de Dios.

Otras familias de la Biblia
Algunos ejemplos muy conocidos de familias de la biblia se encuentran al principio del Antiguo Testamento. Abraham, Isaac y Jacob siguieron el mandato de Dios de casarse y tener hijos. Abraham hizo todo lo posible por proteger a su esposa, Sara (véase Génesis 12), y ejerció la fe para disfrutar finalmente de las bendiciones que recibieron al tener a su hijo, Isaac (véase Génesis 21). Bajo la dirección del Señor, el siervo de Abraham viajó una larga distancia a fin de encontrar a Rebeca, una mujer justa, para que fuera la esposa de Isaac (véase Génesis 24). Y Jacob, hijo de Isaac, trabajó durante muchos años para casarse y formar su propia familia, la cual llegó a ser la casa de Israel (véase Génesis 29??"30).

Jesucristo enseñó acerca del matrimonio
Jesucristo enseñó que el matrimonio es santo y esencial en el plan de Dios: "[P]ero al principio de la creación, varón y mujer los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa. Y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre" (Marcos 10:6??"9).

Jesucristo enseñó mediante el ejemplo
Jesús cuidaba de Su familia. A lo largo del Nuevo Testamento vemos que Jesucristo mostró amor por los miembros de Su familia, especialmente por Su madre, María. Aun estando en agonía en la cruz Jesucristo manifestó preocupación por el cuidado de Su madre: "Y cuando vio Jesús a su madre y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa" (Juan 19:26??"27).

Los Diez Mandamientos
Uno de los diez mandamientos que se le dieron a Moisés en el Antiguo Testamento habla directamente de la relación que existe entre padres e hijos: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Yavé tu Dios te da" (Éxodo 20:12).

El libro de Proverbios
El libro de Proverbios también contiene varias enseñanzas que se refieren específicamente a la familia: "El hijo sabio acepta la disciplina del padre, pero el insolente no escucha la reprensión [...]. El bueno dejará herencia a los hijos de sus hijos, y la riqueza del pecador está guardada para el justo" (Proverbios 13:1, 22). "El necio menosprecia la disciplina de su padre, pero el que acepta la corrección es prudente [...]. El hijo sabio alegra al padre, pero el hombre necio menosprecia a su madre" (Proverbios 15:5, 20).

Las enseñanzas de Pablo
El apóstol Pablo a menudo hablaba acerca de las relaciones familiares. Él aconsejó: "Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos; sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor" (Efesios 6:1??"4).

Enseña a tus hijos a seguir a Jesucristo
Dios promete bendiciones para tus hijos cuando estos conocen y obedecen las verdades del Evangelio: "Si tus hijos guardan mi convenio y mi testimonio que yo les enseñaré, sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre" (Salmos 132:12).

Estudia a menudo las Escrituras en familia
Lean la Biblia juntos como familia para poder comprender mejor la familia y la vida. La Biblia nos enseña: "Y estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón; y se las repetirás a tus hijos y les hablarás de ellas estando en tu casa" (Deuteronomio 6:6??"7).

Presta servicio a los miembros de tu familia
Jesucristo enseñó que servir a los demás es lo mismo que servirlo a Él: "... en cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis" (Mateo 25:40). El servir a los miembros de tu familia puede ayudarte a llegar a ser más semejante a Jesucristo y a aumentar el amor en tu hogar.

La palabra de Dios nos alienta, inspira, sostiene y nos instruye en nuestro caminar con Dios.
Es recordar los días en que Jesús empezó a ser parte de mi vida, la sed que se despertó en mí, por su palabra, y el anhelo de conocerlo más a través de su lectura. Esto fue como un despertar hacia lo desconocido, pero desde ahí emprendí un viaje maravilloso hacia el conocimiento de la verdad.

La mayoría de las veces cuando termino una lectura le doy gracias, porque su palabra se convierte en vida dentro de mí y puedo escuchar su voz hablándome.

En diferentes situaciones y sobre toda dificultad, recuerdo versículos que me alientan a seguir. Los repito con mis labios, para que hagan eco en mi corazón, en mi alma, y con ello todo mi ser sea iluminado por su palabra, porque es la única que renueva mi mente y refresca mi alma.

Ahora como padres hemos tomado la responsabilidad de instruir a nuestros hijos con la palabra de Dios y cada noche cuando nos reunimos a hacer nuestro devocional familiar, leemos la palabra de Dios, repetimos versículos y los aprendemos.

Con esto les enseñamos que papá y mamá no estarán en sus vidas por siempre, pero la palabra de Dios seguirá susurrándoles a sus oídos y alentando sus corazones a no pecar.

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